Uno de los principales retos a los que se tiene que enfrentar cualquier cargo político en su vida profesional es el de construir su marca política. En este último artículo, explicaba la importancia del valor de marca en política y, en el artículo de hoy, voy a tratar de simplificar en 10, los pasos que se han de seguir para construir una marca política.
Realizar un análisis DAFO.
Es vital conocernos bien, sin medias tintas ni ambages, y no sólo a nosotros mismos, si no también al partido que representamos. En este caso, es fundamental que el análisis DAFO se realice de manera temporal puesto que los contextos que nos enmarcan pueden ir variando y es importante que nosotros nos adaptemos a ellos.
Identificar nuestro target.
Si no sabemos a quién nos tenemos que dirigir es muy difícil poder construir algo creíble. ¿Os imagináis a un cargo público de un pueblo pequeño de clase baja que se genere una imagen de persona altiva y pudiente?. Efectivamente, las probabilidades de obtener unos resultados positivos son realmente bajas. En este punto, no hablamos de mentir ni de engañar a nuestro electorado, si no de convertir nuestras debilidades en fortalezas y que estas sean lo que más reluzcan en nosotros.
Establecer objetivos.
Cualquier estrategia requiere de objetivos a corto, a medio y a largo plazo. Si no sabemos a dónde queremos ir, seguro que no llegamos a ese punto.
Definir nuestros rasgos principales.
En este punto conviene dividir nuestros rasgos en 3: personales, políticos y profesionales. Los primeros, los personales, van intrínsecos en nuestra persona, son difícilmente modelables e influirán en los otros dos campos. Los segundos, los políticos, son los que nosotros decidimos adoptar a nivel político e ideológico, y cambiarlos de manera flagrante “a mitad de la partida”, seguramente nos traiga una pérdida de credibilidad por parte de la ciudadanía. Los terceros, los profesionales, podrán ser utilizados tanto por aquellas personas con una carrera fuera de la política reseñable, o por aquellos cargos públicos que tengan grandes méritos en la gestión pública y política.
Elegir nuestras áreas discursivas.
Tres o cuatro como máximo. Es imposible hablar y saber de todo. En este caso, no siempre tienes que identificarte con las áreas principales de tu partido, y, probablemente, complementarse con ellas puede ser una opción a considerar si tu objetivo es destacar en un campo en concreto.
Seleccionar nuestros canales de comunicación y establecer prioridades sobre ellos.
Probablemente un rasgo personal tuyo, la edad, te permitirá poder priorizar sobre lo digital o no. Aunque luego vienen casos como el de Sanders y te destrozan la teoría. Conocerte bien a ti mismo y conocer bien a quien te diriges ayudará a seleccionar y priorizar los medios de comunicación que más debes de utilizar.
Definir tu tono comunicativo.
Ni todas las personas hablan igual, ni todos los cargos políticos hablan igual. Ni todas las personas deben de hablar igual, ni todos los cargos políticos deben de hablar igual. Un buen ejemplo de diferenciación en el tono comunicativo, que cada uno valore si positivo o negativo, es Donald Trump. Cómo hablamos, cómo tuiteamos, cómo escribimos… pueden ser elementos diferenciadores en nuestra marca.
Adaptar y personalizar los mensajes.
Seguro que a muchos de nosotros y nosotras se nos vienen a la cabeza casos donde la inspiración sobre algo ha sido demasiado alta y podemos hablar más de plagio que de tendencia. Todos nuestros mensajes tienen que ser personalizados en nosotros. Si copiamos, perdemos credibilidad y reputación.
Crear nuestra imagen.
Nuestra imagen política, no confundir con nuestra marca, es aquello que proyectamos a nivel físico, gráfico y audiovisual. ¿Conocéis esa imagen donde Merkel aparece con la misma postura y el mismo traje pero de diferentes colores? Eso es tener una imagen física completamente consolidada. Probablemente este es un caso exagerado, pero este nivel de definición ayudará al diseño y ejecución de acciones que preserven nuestra marca.
Coherencia transmedia
Algo tan sencillo como que no podemos construir una marca offline que sea radicalmente distinta a la que construimos en el mundo digital. Como indica Peytibi en su libro “Las campañas conectadas” (y que podéis leer la reseña que escribí) “es fundamental que creemos una campaña que se adapte a las dos realidades que vivimos”. En definitiva, nuestra marca tiene que ser la misma estemos en el medio que estemos.
En conclusión, y al igual que en cualquier estrategia que elaboremos, la medición de los resultados y la posterior adaptación y actualización de la misma es clave para lograr los objetivos establecidos. Esta adaptación-actualización tiene que ser tranquila, creíble y adaptada a unos cambios generales que ayuden a la comprensión general de la misma.